El planeta Tierra nos provee de recursos para nutrirnos y materiales para construir refugios y abrigarnos. Esto nos permite desarrollarnos durante las distintas etapas de nuestra vida y asegurar que futuras generaciones de distintas especies puedan hacer lo mismo. Así, los seres humanos pueden trazar paralelismos entre la forma en que nos relacionamos con el planeta y con nuestras figuras maternas. En la región de las Américas, los pueblos andinos del sur del continente desarrollaron un concepto afín: la Pachamama, una deidad encargada de la fertilidad que formaba parte del panteón inca. Incluso después de la llegada de los españoles, este concepto no solo ha sobrevivido, sino que se ha extendido, ganando reconocimiento mundial y aportando al desarrollo de la conciencia ambiental mediante la integración de saberes ancestrales.
Sin embargo, hoy los ecosistemas de la Tierra enfrentan retos importantes, y, dada nuestra relación con ellos, nosotros también. Restos de plásticos que producimos se han encontrado en el punto más profundo del océano, y existe preocupación por los microplásticos en el mar, que podrían entrar en la cadena alimenticia y afectar la salud de especies marinas y humanos. Además, la presencia de plástico ha sido relacionada con el aumento de la acidez en cuerpos de agua. Finalmente, el aumento de las temperaturas, eventos climáticos extremos y la pérdida de biodiversidad han afectado y seguirán afectando a millones de personas alrededor del mundo.
Gran parte de estos fenómenos son consecuencia de actividades antropogénicas: la Madre Tierra muestra señales de abuso por nuestra parte. Desde la deforestación insostenible y el mal manejo de los usos del suelo y desechos hasta la liberación de gases de efecto invernadero, nuestra relación con el ambiente está contaminada. Este es el tercer Día de la Madre Tierra que se celebra dentro del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas. En este día, invitamos a repensar el rumbo de nuestras economías, nuestras prácticas y políticas para restaurar la salud del ambiente, reducir nuestra huella y combatir las desigualdades que llevan a conflictos sociales, integrando a las poblaciones más marginadas y vulnerables a los desastres naturales.