Los anfibios son posiblemente de las especies más interesantes dentro del mundo animal; ellos poseen adaptaciones evolutivas que inspirarían la creación de criaturas de ciencia ficción. Más que eso, cumplen funciones importantes en los ecosistemas dónde se encuentran ya que, entre los papeles que desempeñan, se encuentra el ayudar al intercambio de energía entre dos mundos, pues desarrollan sus actividades entre medios acuáticos y terrestres. Además, la presencia de anfibios es un indicador de la salud de un hábitat dado que los agentes patógenos como hongos y bacterias, así como los cambios drásticos en su hábitat, suponen un riesgo para su supervivencia.
Para crear conciencia sobre la necesidad de impulsar iniciativas desde distintos sectores de la sociedad encaminadas a buscar soluciones a los problemas que enfrentan estas especies, el último sábado de abril se celebra el Día Internacional para la Conservación de los Anfibios, introducido en el 2004 por la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Nos unimos a esta conmemoración presentando tres especies de las Américas que despertarán la curiosidad de nuestros lectores:
Este carismático animal se ha ganado un lugar en México como herencia, no solo natural sino también cultural, que data de los Aztecas. Es endémico del sistema de canales de Xochimilco y hoy se encuentran en peligro crítico de extinción, ya que casi no se encuentran en la naturaleza, pero sí en cautiverio. El ajolote tiene una capacidad de regenerar tanto extremidades como órganos internos que sobrepasa la de otros animales con similares características. El declive en la densidad de las poblaciones de ajolotes está relacionado con la contaminación y drenado en algunos sectores del sistema lacustre de Xochimilco y los esfuerzos de conservación se concentran en la restauración de su habitad.
Foto: Freepik
El caso de la rana dorada panameña es una carrera contra la extinción. Como muchos anfibios, la pérdida y fragmentación de su hábitat está entre sus principales amenazas, pero es especialmente la quitridiomicosis, una enfermedad que afecta la piel de anfibios, la que se ha relacionado con la reducción en poblaciones de estos animales, en norte, centro y sur de las Américas. El Proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá está trabajando para recolectar ejemplares con el fin de reproducirlos en cautiverio para proteger una especie cuya población ha disminuido drásticamente. Una vez que los ejemplares son recolectados, se les deja en confinamiento por 30 días, durante los cuales uno de los principales desafíos es evitar la endogamia.
Foto: Brian Gratwicke
Este anfibio es pequeño pero tiene una distribución amplia, calculada en 1.957.530 km2, que se extiende desde Venezuela a través de la cuenca amazónica de Colombia, Ecuador, Perú y el noroeste de Brasil. También conocida como salamandra de Nauta, vive en las las selvas de vegetación baja. Aunque no enfrenta riesgos en salud, pues su población se considera sana, enfrenta amenazas por la pérdida de hábitat debido al cambio de uso del suelo para la agricultura. Los avistamientos de Bolitoglossa altamazonica son posibles en horas de la noche, que es cuando se vuelve activa y se desplaza sobre las hojas y ramas de arbustos y árboles de poca altura.
Foto: Dick Culbert
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