“Integrar las disciplinas y cruzar los límites”: Entrevista con Mercy Borbor-Córdova

Mercy Borbor-Córdova es integrante del Comite Asesor Científico del IAI. Nos reunimos con ella para conocer más sobre su trayectoria de investigación en cambio climático. 

La doctora Borbor-Córdova es oceanógrafa y tiene un doctorado en Ciencias Ambientales otorgado por la State University of New York. Es profesora en la Facultad de Ingeniería Marina y Ciencias del Mar de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL) de Ecuador y tiene experiencia en el sector público. Fue Directora de Control Ambiental del Municipio de Guayaquil y fue Viceministra del Ministerio del Ambiente de Ecuador. 

Recientemente recibió el Premio a la Trayectoria Profesional 2023 de la Facultad de Ciencias Ambientales y Silvicultura de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY ESF).

“En el camino que continúo transcurriendo, trato de trabajar con gente joven y fomentar esa confianza que deben tener para poder avanzar y cruzar los límites” 

 

¿En qué está trabajando hoy relacionado con cambio climático?

El tema del cambio climático es transversal en todas las líneas de investigación, y en este momento estoy trabajando dos temas: los nexos del cambio climático (variables de temperatura y precipitación) en enfermedades vectoriales, y el nexo del aumento de las temperaturas y olas de calor con la salud humana.

¿En qué consiste su trabajo en RESCLIMA?

Una parte importante del trabajo se enfoca en los sistemas urbanos, se busca determinar los impactos de variables climáticas como la temperatura y la precipitación en ciudades intermedias. Vemos como el clima, en función de las inundaciones, en función de las olas de calor, afecta a la población, especialmente desde una perspectiva de la vulnerabilidad de la ciudad. 

También estamos estudiando la cadena de impactos que tienen las inundaciones en la proliferación de vectores y enfermedades transmitidas por el agua. Todo tiene una incidencia en conjunto, que hace que la condición de salud se vea totalmente afectada, especialmente en poblaciones con mayor vulnerabilidad.

Este conocimiento debe orientar la planificación de la ciudad, la ubicación de las poblaciones vulnerables, el manejo de asentamientos informales, entre otros.

¿Qué pronostica para las regiones más extremas de las Américas, por ejemplo el Cono Sur, en el área de transmisión de enfermedades por vectores?

La distribución de la temperatura y la precipitación está produciendo cambios en toda América del Sur. Hemos visto que en zonas subtropicales, debido al aumento de la temperatura, es más factible encontrar vectores como el Aedes aegypti que antes no había. 

Con la movilidad humana en la región, se hace también muy fácil poder llevar los virus de un lugar a otro. En países como Uruguay o Paraguay, ha habido algunos brotes importantes inéditos. 

Es importante hacer una vigilancia epidemiológica temprana para saber si hay lugares donde los hábitats pueden ser favorables para estos vectores, y monitorear a las personas por la presencia de virus, y así poder establecer las medidas necesarias para limitar la expansión.

 

“He trabajado con el IAI desde hace muchísimos años y creo que el trabajo que ha hecho es fundamental. Ha favorecido la integración de disciplinas pero también el desarrollo profesional de investigadores”. 

 

¿Cree que es posible evitar una nueva epidemia de enfermedades transmitidas por vectores en las regiones tropicales y subtropicales? ¿Cree que hay algún sistema de alerta temprana que sea funcional? 

Es posible evitar una nueva epidemia pero para hacerlo realmente hay que trabajar en forma coordinada e integrada. Existe la posibilidad de establecer pronósticos bastante atinados de la intensidad y la distribución de estas enfermedadades. Si se hace una vigilancia un poco más precisa, tal vez combinado con una vigilancia activa, para mayor información local, así como ir trabajando en conjunto con los ministerios de salud locales, creo que podría haber algunas intervenciones exitosas en el control de enfermedades transmitidas por vectores. Las limitaciones que tenemos son justamente la falta de coordinación entre los entes que trabajan en el territorio. Creo que hace falta un trabajo mucho más integral.

Entonces lo que falta es una mejor sincronización, un trabajo interestatal y también más cooperación internacional.

Hay regiones, como las tropicales, que han estado muy expuestas, y de eso hay procesos aprendidos que podrían ser compartidos, para la adaptación al cambio climático en el sector de salud. Si nosotros consideráramos el sector de salud también en una forma transversal con los sistemas de clima, creo que podríamos integrar información de vulnerabilidad, y así tener una mayor capacidad de reacción temprana. Esto lo podemos hacer con grupos de trabajos internacionales, para poder ir mejorando el conocimiento temprano.

¿Cuáles cree usted que son formas específicas en las que se puede trabajar con los tomadores de decisión o con las mismas poblaciones afectadas para que las acciones más urgentes se lleven a cabo? 

Creo que es importante que los investigadores tengan la capacidad de poder llevar un mensaje claro, directo, de cómo estas informaciones climáticas y epidemiológicas pueden ser utilizadas para intervenciones inmediatas e intervenciones en mediano plazo. Porque los tomadores de decisiones quieren ver resultados en el corto plazo y considero que se puede trabajar en estos dos niveles. 

Creo que los pronósticos que ya se están desarrollando en diferentes lugares pueden ser un mecanismo de gran impacto para que los tomadores de decisiones puedan tener más confianza, empezar a trabajar en conjunto y podamos recibir su retroalimentación. Porque a veces la evaluación de los procesos de las intervenciones no salen con todos los resultados que se quisiera pero ese aprendizaje es el que permite mejorar las intervenciones para las necesidades del contexto local específico.

¿Cómo trabaja con el IAI o cómo valora el trabajo que hace en la región?

He trabajado con el IAI desde hace muchísimos años y creo que el trabajo que ha hecho es fundamental. Lo he visto crecer en la región; yo misma soy un producto del IAI que me acompañó desde mi investigación doctoral hasta hoy. El instituto ha favorecido la integración de disciplinas pero también el desarrollo profesional de investigadores. 

Los diferentes programas que el IAI mantiene en la región, como el programa STeP Fellowship o los cursos que han impartido en América Latina, muestran la necesidad de integrar campos científicos que antes se trabajaban separadamente.

Ese cruce nos saca de nuestra zona de confort y nos permite aplicar una visión sistémica que realmente haga un impacto, contribuya a los objetivos de desarrollo sostenible y articule la ciencia y la política.

Usted ha trabajado en las Islas Galápagos, que son un patrimonio natural de la humanidad y reserva de la biosfera. ¿Cuál cree que es el principal problema que enfrenta este ecosistema y cómo se reflejan las consecuencias del cambio climático en él? ¿Qué cree que es necesario para mitigar el efecto del cambio climático? 

El archipiélago de las Islas Galápagos del Ecuador es un ecosistema de mucha fragilidad y de gran endemismo, y su población es altamente vulnerable a los impactos del cambio climático. Este año estamos trabajando en el proyecto “Desarrollo Climático Resiliente para Galápagos”, que busca comprender cómo se puede lograr un desarrollo sostenible incluyendo la variable climática como elemento transversal en algunos sectores como la agricultura, los sistemas costeros y de aguas dulce, y también la infraestructura crítica.

Hemos conversado con los actores locales y un común denominador es que los extremos del clima son evidentes, y aunque hay procesos autónomos de adaptación, necesitan un acompañamiento técnico-científico para un manejo más especializado. Estos cambios extremos tendrán un impacto que va a llegar a la salud humana de una u otra manera. Creo que necesitamos trabajar muchísimo más e interdisciplinariamente, más prácticamente y con la gente local.

 

“Si se hace una vigilancia un poco más precisa, tal vez combinada con una vigilancia activa, para mayor información local, y se trabaja con los ministerios de salud locales, creo que podría haber algunas intervenciones exitosas en el control de enfermedades transmitidas por vectores”. 

 

Obtuvo una distinción de la State University of New York por sus logros profecionales. ¿Cuál ha sido su aporte más relevante para la región?

Realmente ha sido un trabajo colaborativo con muchas personas en el camino. Ha habido mucha receptividad y mucho trabajo en redes, lo cual permite realmente dejar un impacto. En el caso de Upstate Medical University, he realizado distintas investigaciones pero se reconoce que las amenazas y los peligros vienen combinados. Esa visión sistémica que estamos utilizando y que también comparte el IAI, también la hemos reforzado con el trabajo con la State. 

En mi caso, yo pensaría que mi mayor contribución ha sido esto de la transversalidad del clima en los diferentes sectores pero también incluir las visiones sistémicas interdisciplinarias y transdisciplinarias en la investigación. Creo que es un gran aprendizaje.

¿Qué es lo más importante que ha aprendido en su camino como investigadora y experta en cambio climático? ¿Qué le diría a quienes recién comienzan su camino como investigadores o que inician una carrera enfocada en el cambio climático?

Por un lado, es importante tener receptividad y mente abierta para poder incorporar nuevos conocimientos, nuevas tecnologías, nuevas visiones dentro del trabajo. Por otro, la mentoría es fundamental. Yo tuve excelentes mentores, como el profesor Charles Hall, que creyó en mí tal vez más de lo que yo misma podía creer.

En el camino que continúo transcurriendo, trato de trabajar con gente joven y fomentar esa confianza que deben tener para poder avanzar y cruzar los límites. 

 

Entrevista completa: https://youtu.be/VdTtSNirnCg 

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