Desde las actividades diarias simples e individuales, hasta el funcionamiento de comunidades y países, el agua está siempre presente. Esta sustancia es fundamental tanto para nuestra propia especie y nuestra relación con otras especies como para nuestros ecosistemas. Por eso, cada 22 de marzo se promueve la conciencia sobre los desafíos y acciones que podemos emprender para gestionar de mejor manera el uso de este recurso.
Este año, Naciones Unidas eligió el lema: “agua para la paz”» en alusión a la preocupación de los científicos ante los conflictos sociales relacionados con la gestión del agua dulce, en el contexto de eventos climáticos derivados de cambios naturales o como consecuencia de actividades antropogénicas.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (por sus siglas en inglés IPCC), los grupos indígenas son quienes más se han visto afectados por el aumento de las temperaturas. En Alaska, sus formas de vida se ven en peligro por el derretimiento del permafrost y la reducción en las capas de hielo. En el sur del continente, los aymara se enfrentan a la posibilidad de tener que migrar debido a la degradación de sus suelos por la pérdida de glaciares.
En el resumen del 6º Informe del IPCC sobre seguridad hídrica en el continente americano preparado por el IAI se destaca los riesgos para las diversas regiones de las Américas. En términos generales, las preocupaciones prioritarias giran en torno a: escasez y competencia por el agua, conflictos potenciales por la gestión y seguridad del agua y calentamiento global.
En Norteamérica, la intensa explotación de los suministros de agua limitados, especialmente en el oeste de los Estados Unidos y el norte de México, y el deterioro de la infraestructura de gestión del agua dulce, han aumentado los impactos y los riesgos en la seguridad hídrica. En Centro y Sudamérica, la interrupción de los flujos de agua está degradando significativamente los ecosistemas. Se han hecho esfuerzos por mejorar la cantidad y la calidad del suministro de agua para las poblaciones vulnerables y marginalizadas, pero hay grandes proyectos de infraestructura propuestos como solución que fueron suspendidos por sus impactos negativos potenciales en el ambiente y las comunidades.
El Día Mundial del Agua marca una oportunidad para cooperar y avanzar en medidas de adaptación y mitigación para hacer frente a escenarios de sequía, escasez y cambios en los ciclos del agua, prevenir un acceso desigual a fuentes hídricas y asegurar que el consumo humano no compita con las industrias. Algunas de estas medidas son: la autodeterminación, el reconocimiento de derechos adaptación basada en el conocimiento indígena, la intersectorialidad en las estrategias de adaptación y las acciones para el manejo adecuado del recurso hídrico en sistemas urbanos.
La participación social es un aspecto crítico en la reducción de riesgos futuros, así como las políticas de adaptación transformadoras. Una buena gobernanza permite una gestión más efectiva de los recursos hídricos.
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